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Tuberculosis

La tuberculosis es una infección producida por bacterias de la familia de las micobacterias, que pueden afectar a diversos órganos pero principalmente a los pulmones.

Tuberculosis

La tuberculosis, conocida antiguamente como tisis, es una infección bacteriana contagiosa que afecta principalmente a los pulmones pero que puede diseminarse afectando al sistema nervioso central, sistema linfático, sistema circulatorio, sistema genitourinario, aparto digestivo, huesos, articulaciones e incluso la piel. La especie que causa tuberculosis es una bacteria llamada Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch. Esta enfermedad se caracteriza por la presencia de síntomas como tos crónica, esputo sanguinolento, fiebre, sudores nocturnos y pérdida de peso. La tuberculosis puede causar la muerte por lo que es necesario tratarla bajo la supervisión de un profesional de la salud.

¿Qué es?

La tuberculosis (TB) es una infección persistente producida por una bacteria Mycobacterium tuberculosis que es capaz de afectar a diversos órganos pero particularmente a los pulmones. Los principales síntomas de la enfermedad son tos, fiebre, expectoración (ocasionalmente con sangre) y cansancio.

Causas

El contagio de la tuberculosis se produce a través del aire, mediante minúsculas gotas que contienen los bacilos de la bacteria procedentes de la persona infectada y que expulsa a través de estornudos, tos o al hablar. Dichas gotas tienen un tamaño muy pequeño y llegan a zonas profundas del pulmón, donde la bacteria puede proliferar dando lugar a la enfermedad.

En lugares espaciosos, bien ventilados o al aire libre, el contagio es complicado, ya que las gotitas minúsculas pueden quedar suspendidas cierto tiempo en el aire y diseminarse, por lo que perderían su capacidad infectiva. Sin embargo, en lugares cerrados y mal ventilados dichas gotitas pueden acumularse en el ambiente, alcanzando una gran concentración y facilitando así la inhalación de las mismas.

Síntomas

Los principales síntomas de la tuberculosis pueden ser:

  • Cansancio intenso.
  • Malestar general.
  • Sudoración abundante, especialmente durante la noche.
  • Pérdida del apetito.
  • Pérdida de peso.
  • Expectoración que puede estar acompañada con sangre
  • Tos seca, persistente.
  • Dolor en el pecho.
  • Temperatura corporal que oscila entre los 37 y 37,5 grados.

Diagnóstico de la tuberculosis

La primera de las pruebas que puede realizar el médico para diagnosticar tuberculosis es una pequeña entrevista cuyas preguntas van encaminadas a conocer la duración del problema, si la persona afectada ha estado en contacto con enfermos de tuberculosis y durante cuanto tiempo. Después de dicha entrevista lo más normal es realizar un análisis del esputo (flemas) y una radiografía del tórax.

El análisis del esputo en el laboratorio es especialmente importante, ya que es uno de los mecanismos de expulsión de las bacterias y, por ello, deberían aparecer en el mismo. La radiografía puede mostrar si ya han aparecido huecos en el pulmón, si es así se considera que la enfermedad está en una fase avanzada por lo que requiere tratamiento inmediato.

Otra prueba que se realiza de forma habitual para detectar la tuberculosis es la prueba de la tuberculina, que consiste en inyectar bajo la piel un derivado inofensivo de una proteína de la bacteria para estudiar la reacción de la piel. La interpretación del resultado debe realizarla un dermatólogo, ya que tanto el positivo como el negativo pueden tener distintas interpretaciones.

Tratamiento de la tuberculosis

La tuberculosis es una enfermedad infecciosa que puede causar la muerte por lo que es necesario realizar un tratamiento, que será largo y un tanto complejo. El tratamiento se basa en la toma de varios antibióticos durante periodos de tiempo de seis meses o más. Entre los fármacos utilizados se encuentran la isoniacida, la rifampicina, la pirazinamida, el estambutol y la estreptomicina. Son fármacos eficaes pero que tienen efectos adversos, por lo que su uso debe ser supervisado por un especialista. Los niños con alergias anafilácticas al huevo pueden requerir pruebas antes de administrar la vacuna, aunque normalmente la triple vírica no está contraindicada en estos casos.

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