Candidemia
La candidemia es la presencia en sangre de levaduras de la familia Candida. Los tratamientos prolongados con antibióticos de amplio espectro o estar ingresado durante un periodo prolongado de tiempo son sus causas más habituales.
La candidemia es una infección que se caracteriza por la presencia en sangre de levaduras de la familia Candida. Actualmente se considera la cuarta causa de infección en la mayoría de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), llegando a ser una importante causa de mortalidad y morbilidad en pacientes críticos. Uno de los principales problemas de este tipo de infección reside en que no suele presentar síntomas muy definidos, por lo que es difícil de diagnosticar en sus estados iniciales. Para establecer un tratamiento se debe tener en cuenta el estado en el que se encuentra la persona afectada.
¿Qué es?
La candidemia consiste en la presencia en sangre de Candida que generalmente suele evidenciarse mediante el aislamiento de dicho hongo levaduriforme en un hemocultivo.
Existen tres formas clínicas de candidemia:
- Candidiasis diseminada aguda (caracterizada por la presencia de fiebre persistente, mialgias, disfunción renal y lesiones nodulares cutáneas).
- Candidiasis diseminada crónica (frecuentemente se presenta en personas que han sido sometidas a un trasplante de médula ósea. Puede provocar lesiones en riñones, pulmones, hígado y bazo).
- Candidemia transitoria.
Causas
Existen una serie de factores de riesgo para el desarrollo de candidemia, dentro de los cuales destaca el uso de antibióticos de amplio espectro que suele estar presente prácticamente en el 100% de los casos.
Las principales causas de candidemia pueden ser:
- Catéter venoso central.
- Nutrición parenteral total.
- Ventilación mecánica.
- Estancia de más de 3 días en la unidad de cuidados intensivos (UCI).
- Medicamentos inmunosupresores.
- Cirugía abdominal.
- Patología oncológica u otra que cause inmuno compromiso.
- Evidencia de colonización por Candida.
- Recién nacido prematuro.
- Postoperatorio de trasplante de médula ósea u órgano sólido.
Síntomas
La candidemia es una infección fúngica que no suele ofrecer manifestaciones clínicas muy definidas que permitan establecer un diagnostico e incluso, alertarnos de la presencia de la misma.
Algunos de los síntomas más frecuentes pueden ser:
- Fiebre persistente.
- Hipotermia.
- Inestabilidad hemodinámica.
- Fatiga crónica.
- Alteraciones neurológicas.
Tratamiento
Para el tratamiento de la candidemia se deben tener en cuenta una serie de condiciones relativas al estado en el que se encuentre la persona afectada de dicha infección fúngica. Por ejemplo, si es netropénico (la neutropenia es la disminución aguda o crónica de granulocitos de la sangre) o no neutropénico, si es una persona con trasplante o si es una mujer embarazada.
A continuación se detalla el tipo de tratamiento farmacológico recomendado para cada caso:
- Tratamiento de la candidemia en personas no neutropénicas:
En este caso se recomienda el uso de fluconazol con una carga inicial de 800mg por día para después pasar a 400mg al día. También suelen utilizarse las candinas debido a su potente acción fungicida, su buena tolerancia y seguridad. Las candinas más usadas son la caspofungina, micafungina y anidulafungina. - Tratamiento de la candidemia en persona neutropénicas:
En este caso habitualmente se ha usado la anfotericina B por su amplio espectro y eficacia fungicida. En algunos casos, puede llegar a usarse voriconazol si se desea una cobertura adicional para hongos filamentosos. - Tratamiento de candidemia en personas con trasplante:
Generalmente el tratamiento de la candidemia en este caso no difiere demasiado de las recomendaciones generales. En caso de trasplante de órgano la administración de azoles (especialmente voriconazol) puede generar interacciones con los fármacos inhibidores de la calcineurina y aumentar el riesgo de hepatoxicidad. La anfotericina B produce mayor nefrotoxicidad en aquellas personas que reciben inhibidores de la calcineurina de forma concominante. - Tratamiento de candidemia en la mujer gestante:
En este caso se deben evitar la mayoría de azoles debido a que se asocian a teratogenia. El voriconazol y la flucitosina están totalmente contraindicados. Por lo tanto para este caso suele utilizarse la anfotericina B.
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